En muchas ocasiones, con intención de evitarles sufrimiento, a los niños se les oculta o se disfraza la muerte, pero debemos comunicarles la noticia lo antes posible y de una forma clara que puedan entender. Lo recomendable es decir a nuestros hijos la verdad y responder a sus preguntas sin disfrazar la realidad, porque eso sólo les confundirá.
Como en todos los momentos en los que tenemos que comunicar una situación delicada, escogeremos un lugar tranquilo, libre de posibles interrupciones, donde el niño pueda expresar sus emociones y formular todas las preguntas que tenga.
Habrá que tener en cuenta la edad del niño para hacer frente a este tema y les contaremos la verdad adaptada a su forma de entender las cosas.
En los niños, la fantasía lo impregna todo. En los dibujos o en los videojuegos los niños perciben que los que mueren, pueden volver a vivir al cabo de un rato. Pero la realidad no es así. Debemos hacerles entender que la muerte es irreversible, permanente y que no hay vuelta atrás. Nunca más volveremos a ver a las personas que han fallecido. Y la comprensión de que la muerte es definitiva es lo que hace que el niño se adapte a su nueva situación.
Otro concepto que debemos explicar a nuestros pequeños es que la muerte es universal. Todos vamos a morir. Pero también les diremos que lo razonable es pensar que será cuando hayamos hecho muchas cosas o haya pasado mucho tiempo. Las personas se van para siempre porque es el ciclo de la vida.
También, aunque sean pequeños debemos explicarles que la muerte tiene una causa física, que conlleva el fin de las funciones vitales. Cuando morimos, dejamos de ver, oler, sentir, respirar, pensar… Si se lo explicamos, los niños entenderán que el cuerpo de la persona fallecida ha dejado de funcionar y lo que permanece son los recuerdos. Las cosas que hemos vivido con ellos perdurarán para siempre en nuestro recuerdo.
Aunque pueda parecer extraño, es bueno poder incluir a los niños en la despedida y el duelo. Porque el duelo es un proceso sano y natural que nos ayuda a aceptar la pérdida que hemos tenido.
Si podemos abordar el tema de la muerte de manera espontánea, sin que haya habido una pérdida reciente, nos resultará más fácil, aunque habrá muchas preguntas que no sepamos responder. Nuestros hijos no buscan explicaciones perfectas, así que no pasa nada por admitir ante ellos que no sabemos determinadas cosas. Pero es importante que sepan que estamos ahí y que pueden hablar con nosotros siempre que quieran.
La Fundación Mario Losantos del Campo ofrece una Guía gratuita descargable sobre duelo infantil en su página web que os puede resultar muy interesante para profundizar más sobre la muerte.